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Los riesgos del biberón

Si hubiera una vacuna que redujera el riesgo de meningitis bacteriana, diarrea, otitis, infecciones respiratorias, diabetes, linfoma, leucemia, obesidad, asma y síndrome de muerte súbita del lactante, ¿se la pondría a su hijo? ¿Y si además protegiera a la madre de la osteoporosis, el cáncer de mama y de ovarios y la ayudara a perder peso? Esa vacuna existe, pero pocos niños y mujeres se benefician de ella, y menos de la forma óptima recomendada por las organizaciones médicas. Es la leche materna.

"Las ventajas son tantas que más bien hay que hablar de los inconvenientes de los sucedáneos de la lactancia materna. Es como con el tabaco: hay que proteger de la lactancia artificial, no demostrar las ventajas de la lactancia materna", afirma Josefa Aguayo, del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría. Aunque la creencia popular es que las leches de fórmula son casi tan buenas como la materna, los expertos alertan de sus riesgos: "Hay más alergias, riesgo de desarrollar procesos infecciosos, obesidad...", cita Aguayo.

Según la OMS, la prolongación de la lactancia hasta los seis meses en exclusiva y hasta los dos años de forma complementaria salvaría cerca de 1,5 millones de vidas anualmente. Incluso en sociedades industrializadas, la leche artificial se asocia a mayor riesgo de enfermedad y muerte: "Un estudio muestra que se podrían salvar 9.000 vidas al año en EE UU mediante el amamantamiento exclusivo y prolongado" por la reducción del riesgo de muerte súbita, dice Christiane Rudert, de Unicef.

El fomento de la lactancia es "una prioridad", dice Concepción Colomer, directora del Observatorio de Salud de las Mujeres, del Ministerio de Sanidad. "Aquí no hay controversia, está demostrado que es lo más conveniente". Por eso la estrategia de salud sexual y reproductiva que preparan Gobierno, comunidades autónomas y asociaciones científicas incluye un apartado sobre el tema. Uno de los puntos del texto, al que ha tenido acceso EL PAÍS, es "aplicar el código de comercialización de sucedáneos de leche materna" para "proteger la lactancia materna de prácticas publicitarias engañosas que inducen al abandono de la misma". El marketing de los fabricantes fue uno de los factores que hicieron que en el siglo XX la lactancia materna casi desapareciera en los países desarrollados. El código, aprobado en 1981 por la OMS, prohíbe anunciar leche artificial o dar muestras. Pero en España y en el resto de la UE sólo se aplica parcialmente.

¿Y si la madre no quiere dar el pecho o no lo consigue? "Lo importante es que la decisión sea informada. No hay que presionar a la mujer", dice Aguayo. "Prefiero una madre que dé el biberón con cariño a una que amamanta con mala leche", opina Gema Cárcamo, de la asociación Multilacta. Carlos González tiene otra visión: "La lactancia es una parte muy importante del ciclo de vida de la mujer. Por desgracia, la sociedad no comprende que, si no lo logra, es normal que le dé pena o rabia".